LA CONFESIÓN
Hace un año que
no escribo. He pensado y aprendido muchísimas cosas en este año y he querido
escribirlas todas pero siempre lo dejo para después. Hoy no va a ser así. Hoy
voy a hablar, tengo que hablar. Debo hacerlo sin esperar un día más.
Después de 38
años de lucha, hace más o menos un mes entendí que me estaba equivocando de batalla,
de armas y de enemigo. Después de 38 años de querer entender lo que es la
fuerza de voluntad me doy cuenta que ese no es mi camino. Hoy quiero empezar
mis próximos 38 años siendo honesta conmigo misma y con los que me aman y me
rodean.
El día de hoy
RECONOZCO Y ACEPTO QUE SOY ADICTA A LA COMIDA. Reconozco y acepto que una
adicción se define como el abuso de una sustancia y la falta de control que se
tiene sobre su consumo. Reconozco y acepto que mi liberación comienza con esas
dos palabras: RECONOCER Y ACEPTAR. Reconozco y acepto que he perdido el
control, que no puedo detenerme, que no puedo parar, que no se trata de fuerza
de voluntad, que se trata de una enfermedad en la cual abuso de una sustancia
llamada comida.
Para muchas
personas podrá parecer una burla lo que escribo hoy. Para muchas otras personas
podrá parecer sólo un asunto de fuerza de voluntad y ya. Para mí, y para
muchísimos miles de personas en el mundo lo único que podrá parecer es que
estamos solos en esto, que no tenemos con quien hablarlo y que ni siquiera nos
atrevemos a aceptarlo y reconocerlo como una enfermedad y como una adicción,
mucho menos a tratarla como tal.
El alcohólico
y el drogadicto saben en su tratamiento que para poder empezar una nueva vida
nunca más deben volver a tener contacto con la sustancia de la que abusan. El
adicto al sexo puede hasta declararse célibe para el resto de su vida si lo
desea y no volver a experimentar su adicción, alejándose del estímulo. Nosotros
sabemos que nunca podremos alejarnos de nuestro enemigo, que lo tenemos que
ingerir 3 veces al día (bendito Dios que nos provee comida 3 veces al día) y
que hasta se la tenemos que preparar a los demás en nuestras casas. Para nosotros
la tortura es interminable hasta el día que nos muramos.
Sé que
ahorita hay mucha gente preguntándose o juzgando cosas sin misericordia hacia
nuestra condición. Sé que también hay otros llorando al leer esto, aceptando y
reconociendo su propia condición, al igual que lloro yo mientras lo escribo. No
me importa. Si hay algo que he aprendido en estos 38 años es que soy una persona
valiosa gracias a todos aquellos seres que me han amado y aceptado a como soy,
empezando por mi Dios. He llegado hasta donde estoy gracias a todos los que han
creído en mí. Todos ellos me han enseñado a creer en los demás y a amar
profundamente a quienes se cruzan por mi vida. Es por mí y por todos ellos que
voy a utilizar mis súper poderes: LA TERQUEDAD Y LA PERSEVERANCIA y voy a seguir
intentando cada día de mi vida ser la mujer que Dios creó desde el inicio de
los tiempos y no me voy a cansar de intentarlo.
No se trata
de sobrepeso, al final, para lo que como debería estar pesando más de 350
libras, peso sólo 200 y digo sólo, porque yo soy la única que sabe cuánto como.
Puedo pasar comiendo 8 horas seguidas y detenerme sólo para dormir, y volver a
seguir comiendo cuando me despierto las otras 8 horas que sigan o hasta que me
vuelva a dormir. Al igual que los alcohólicos, nadie comienza siendo alcohólico
tomándose un galón de guaro. Todos los alcohólicos comenzaron con un trago,
sólo uno, y todos sabían que lo podían dejar cuando quisieran, hasta que
quisieran, hasta que llegara un día en el que ya no pudieran parar aunque
quisieran y yo ya no puedo parar. Ahora, que acepto lo que me sucede, he
aprendido a detectar los factores que me detonan mis conductas y estoy
aprendiendo a tener el valor de hablar de ello. No se trata de sobrepeso, no es
ese mi enemigo, por lo tanto un nutricionista nunca me ha podido ayudar. Se
trata de abuso en el consumo de una sustancia y hay que tratarlo como tal.
Dios sabe cuánto
le he preguntado para qué me ha dejado caer tan bajo. Dios sabe cuánto le he
pedido sacarme de aquí, porque yo sé que tiene poder de sacarme de donde le de
la gana. Sólo Dios sabe mi grado de amor por él y el tipo de relación que
tenemos los dos. Hace poco volví a tocar este tema con él y por fin me
respondió: hay otra gente que sufre de esto y se siente sola, sin tener con quien
hablar amorosamente y me dijo que si no nos apoyábamos y nos ayudábamos no íbamos
a salir de esta situación, lo cual me llevó a hablar con otros amigos que me
confesaron estar en las mismas. Entre todos hemos hablado de formar un grupo de
autoayuda, igual como el de los alcohólicos anónimos, sólo que para nosotros:
los NO SÉ CÓMO LLAMARNOS ANÓNIMOS… para todos los que hemos llegado hasta aquí,
les dejo mi correo electrónico, si querés ser parte de este grupo escribime, ya
tenemos más de 10 personas en él.
Coralia Guerra
Email: cguerra@coachingcenter.com.ni
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