Bienvenidos

Hola estimados visitantes:

Quiero darles la bienvenida a la primera edición de mi Blog. Semanalmente estaré publicando reflexiones sobre las experiencias recabadas de mi trabajo diario en las empresas de Nicaragua, tanto nacionales como multinacionales. Los invito a enriquecer esta experiencia enviando sus ideas y comentarios. Esta semana hablaremos de las finanzas personales de “los que tienen empleo”.

SIN TECHO


El Nica está acostumbrado a vivir en casa propia. Así crecimos, siempre, aunque fuera chiquita, muy chiquita, chiquititita… era nuestra y no teníamos temor de perderla más que por un terremoto o algo así. Sin embargo hoy la cosa no se pinta igual. Y no es por falta de empleo o por falta de espacio, como en Japón por ejemplo, que no hay espacio ni para vivir ni para morir, porque hasta los cementerios son apretados. No. Hoy la cosa no tiene que ver con el empleo ni con en espacio, sino con el comportamiento.


Cada semana voy a las empresas nicaragüenses a dar talleres a los empleados. La mayoría de estos talleres son sobre cómo administrar las finanzas personales y cómo salir de las deudas. Inicio el taller haciendo algunas preguntas como ¿Cuántos de ustedes quieren vivir en una casa propia y no la tienen? Levantan la mano siempre más del 80% de ellos. Luego les pido que levanten la mano los que NO tienen tarjetas de crédito, y sólo el 5% dice que no tiene tarjetas de crédito. Luego les pregunto ¿pagás tarjetas y no podés pagar tu casa? ¿Cuáles son los intereses de tu tarjeta? ¿Cuánto pagarías de intereses al año por tu casa?


Así es, antes nuestros padres tenían más hijos, muchas mamás no trabajaban y, aún así podían pagar sus casas porque sus comportamientos de gastos eran diferentes, los hermanos heredábamos la ropa de los mayores, sólo había un televisor en la casa, cuando salíamos a pasear preparábamos la comida en la casa entre todos los hermanos y nuestra mama, y luego la llevábamos hasta donde era el paseo. El papá hasta mantenían a otra… bueno, la cosa es que la vida era dura, como ahora, pero era más simple la manera de vivirla.


Una de las historias más sorprendentes fue la que me contó una de las participantes de un taller. Ella me decía que sus papás le celebraron sus 15 años a lo grande, a lo demasiado grande. Fue la fiesta más comentada de todo el año. Y la lógica de sus padres fue que sólo era una vez en la vida y que “su muchachita” se lo merecía. Resulta que no fue sólo una vez en la vida. Esta mujer me dice que cada mes se arrepiente de su fiesta de 15 años, porque para celebrársela como ella quería su papá vendió un terreno pegado a su casa y ahora ella no tiene donde vivir y tiene que andar alquilando.


Si bien es cierto que el mundo cambia y que hay que irse adaptando, no todos los cambios que te vienen son buenos. El que sobreviva a este mundo es el que escogerá bien en cuáles cambios engancharse.


Espero tus comentarios, reacciones y experiencias. Te invito a responder la pequeña encuesta que está a la izquierda. No te perdás la publicación de la próxima semana.